martes, 5 de julio de 2011

Reflexiones.

Caminaba sola, calle abajo. Apenas habían comenzado a golpear los primeros rayos de sol en las ventanas. Yo iba rápido, sin
pararme. Grafittis en paredes de ladrillo que me recordabana a aquellos barrios de mi pueblo, cerca de mi colegio. En esos momentos
pensaba en las conversaciones de la tarde anterior, en las que desde la ventana hablabamos de lo que nos gusta y nos deja de gustar,
de nuestra concepción de esa persona que encajaría más con nosotras. Entonces me dí cuenta de lo poco que te pareces a ese
chico que mirábamos desde la ventana.
Y no es que me moleste. Gran parte de nuestro tiempo lo pasamos pensando en como encontrar la pieza que falta en nuestro puzle,
y siempre buscamos esa persona que creemos que más se parecerá a nosotros, o lo que consideremos más guay, pero, nunca es la 
pieza que miramos primero, ni la que nos gustaría que fuese. Normalmente, siempre aparece de casualidad, bajo el sofá, escondida entre otras,
extraviada, no necesariamente con las demás. Y siempre viene de forma inesperada. Siempre.
Y para mí, tú eres lo más inesperado del mundo, y eso, me gusta.