jueves, 24 de junio de 2010

Valor


Hoy es uno de esos días en los que te levantas con un único pensamiento. Un único pensamiento que, por mucho que intentes borrarlo, no desaparece ni aunque te des golpes contra la madera del escritorio.
Entonces decides salir de casa...¿por qué no? Si total, has probado de todo y no funciona nada, y la madera del escritorio parece un poco dolorida.
Caminas sin rumbo, hacia donde te lleve el subconsciente. Y, como eres algo idiota, si querías alejar el dichoso pensamiento, hacer caso al subconsciente era lo último que debías haber hecho. Te acaba de llevar justo al lugar donde no deberías haber ido.

Te sientas en ese banco que hay al cruzar la calle desde su portal, justo en frente, y te quedas clavada mirando pasar los coches, sin nada que hacer y sin dejar de preguntarte qué ocurriría si aparece, teniendo en cuenta que la probabilidad es máxima: estás en la puerta de su casa... “ ¡Hola!¿qué pasa? Cuánto tiempo..¿no? ¿Cómo tú por aquí?”.... “ Sí bueno... verás... pasaba por aquí...” ... “ buscaba sitio donde leer y resulta que es idóneo”...(Sí con un sol enorme justo encima de tu cabeza, que por cierto, se esta quedando frita, no hay nada más que leerte el pensamiento...y con cuatro arbustos feos y mal puestos, ya sabemos cómo es el alcalde...).

Sacas el libro que tienes en el bolso. Intentas leer. Pero ha pasado media hora y todavía vas por el segundo párrafo de la página 215, la misma en la que lo dejaste el día anterior. Si sigues un segundo más ahí sentada. Vas a reventar.

Valor, eso es lo que te hace falta. Te levantas lo más rápido que puedes y te echas a andar, decidida, en la dirección contraria a la que te pide el cuerpo. Te alejas del portal, sin mirar atrás... y no te das cuenta de que hay unos ojos clavados en tu nuca... y quizás un poco más al sur, que se preguntan si gritar tu nombre, llamarte, o no decirte nada. Pero el valor no es suficiente, se da la vuelta y saca las llaves.
Es en ese momento cuando decides darte la vuelta, y ves como se cierra lentamente, la puerta negra y pesada que has estado mirando toda la mañana.